“Tu eres mi amor…”
Así cantaba mi vieja
Mientras entretejía viejos anhelos.
“Mi dicha y mi tesoro…”
Así cantábame la que una vez
Mis oídos lleno de historias y
Amores escondidos.
“Mi solo encanto y mi ilusión”
Con estos versos de melodía antigua,
Entonados en el desentono de una voz vieja,
Me llenaba de visiones que ella
Hubiese querido lograr.
Tan vasta era su alma,
Tan efímera su ilusión,
Tan pobre su tesoro,
Que con su amado lo sepulto.
Cuan grises eran sus días
Que mis ojitos veían pasar.
Fueron días tristes,
Para mí, los más felices
Porque en el alma llevo su cantar.
Era tan niña
Y no sabía entender,
Que detrás de aquella canción vieja,
Mi abuela escondía su querer.
Fue intenso su amor infalible,
Fue corto su placer,
Fue larga su espera,
De verlo con flores volver.
Y así pasaron los años
Y el enamorado nunca la sedujo,
Como la primera vez.
Nunca aquel enamorado,
Hizo sentir a mi abuela,
Mujer.
Años de espera vinieron,
Y ella sentada entra las ollas y el fogón.
Se hizo vieja
Esperando la serenata que nunca llego.
El llegaba, si,
Llegaba ebrio de la jornada,
A sabiendas que su esposa
Le tendría la cena preparada.
Tiempos venideros,
Llenos de desvelos, desamor y añoranzas.
Y ella solo recordaba
Cuando él era un mozuelo,
Que vivía para amarla.
Al llegar el turno de dejar este mundo,
El viejo ebrio abrió sus labios toscos,
Labios que nunca fueron amorosos.
Entonaba una melodía,
Era la última serenata.
Con una voz que pedía
Dos minutos más de aliento para cantarla.
“Tú eres mi amor”
Se la entono a la que resguardaba su cama.
“Mi dicha mi tesoro”
Y entre sollozos,
Y voces quebrantadas,
Entonaban una canción que de jóvenes
Los enamoraba.
“Mi solo encanto y mi ilusión”
Y ella le cerró los ojos.
Con amargura mi abuela
A su muerto lloró.
Más solo tenía un reproche,
Una pregunta sin responder,
¿Por qué si tanto me quisiste,
mandaste al diablo mi querer?
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